El cuerpo habla, a diario, a cada momento, a voz rota o a gritos. Pero siempre habla aunque no sepamos qué nos dice, aunque no sepamos cómo escucharlo.
Y no es de extrañar que no sepamos qué nos está diciendo, porque fíjate nos enseñan antes a estar quietos y no molestar que a respirar. A obeceder que a pensar. A hacer que a sentir. Y en mi humilde opinión la forma en que crecemos nos aleja del cuerpo, nos aleja del ser, nos convierte en auténticos desconocidos y desconocidas de nosotras mismas.
El cuerpo habla de muchos modos: en la forma en que respiras, en el modo en que andas, en la forma en que te colocas frente a alguien, en como digieres las comidas, en como te duelen ciertos músculos… el cuerpo nunca calla, siempre explica, ¡incluso cuando dormimos!

Pero por desgracaia no sabemos qué nos dice, no sabemos interpretarlo. Y es que creo que vivimos en una sociedad en la que reinan las personas adultas que se desconocen, que están desonectadas del cuerpo y que son incapaces de interpretarlo. El desconocimiento nos lleva al temor y el temor nos arrastra al agovio, y el agovio a la infelicidad. Y estos mismos adultos somos los que nos convertimos en referentes de los más pequeños, de las futuras generaciones. (¡Qué miedo!)
A mí nunca me contaron en la escuela que VIVO COMO RESPIRO, que si escuchara a mi cuerpo respirar podría identificar qué emociones estoy viviendo, como me voy sintiendo y podría aprender a transitar mis emociones con consciencia y no huiendo de ellas. No me contaron que si lograba conocer mi respiración podría vivir con más herramientas para mi bienestar, para mi tranquilidad, para permanecer en calma.
Tampoco me contaron que cuando algo duele debemos escucharlo y quizás transitar el dolor, sin negarlo. Se olvidaron de decirme que mi cuerpo debía ser mi templo y eso implicaba conocerlo y honrarlo.

Y honrarlo es vivir la dolencia para entenderla y superarla, para habitarla y ser capaces en un futuro de prevenirla, de cuidarnos antes que esta llegue, para aprender lo que nos viene a enseñar. En lugar de esto cuando me dolía algo me enseñaron que había algún medicamento cerca que haría que no sintiera nada de eso, que me aliviaría y podría seguir con mi vida “normal”, como si tener dolor de vez en cuando no formara parte de una vida normal (¡Y, ojo! Que creo en el poder de la medicina y sus beneficios, pero no en su abuso).
En definitiva, nunca aprendí a escuchar el cuerpo y lo que me decía porque lo solía callar, lo solía silenciar o prefería ignorarlo. Y en realidad no lo atendía porque no sabía qué me estaba contando.
Pero hace tiempo empecé esa eterna búsqueda del querer conocerme. Y conocerme pasó por reconocer mis duelos, reconocer mis dolores y vivirlos, pasó por escuchar al cuerpo. Y voy aprendiendo, muchísimo. Entendí que reconocerme pasa por valorar mi cuerpo como es, con sus señales, con sus ruídos, con sus puntos débiles y sus fortalezas.
Pero claro, para llegar hasta este punto primero he necesitado encontrar el tiempo para hacerlo, para concertme y entender que sí era una prioridad, que sí es importante y que no es egoista sino generoso querer cuidarme para poder cuidar.
En estos espacios que he ido cultivando la práctica de yoga ha tenido un lugar privilegiado, a la vez que ha sido auténtica maestra. Para mí es un encuentro cotidiano en el que me doy permiso para escucharme y verme de cerca, para saber cómo estoy, qué hay. La meditación la acompaña como lugar de encuentro con mi mente, desde la consicencia, desde la presencia, de vuelta a la calma.
Y, quizás lo que más me ha costado integrar o ver como importante para poder conocerme, es el NO HACER, el DESCANSO, el regalarme al ser. En este espacio de no acción es dónde más he podido comprender que cuerpo, mente y emoción están tan unidos que a menudo cuando me duele el cuerpo en realidad me duele el corazón, o que cuando me duele la cabeza me duele el alma.
¡Y qué bonito aprender(me)!
Y tú, ¿ya has decidito escuhar al cuerpo?
Gracias por leerme,
con amor,
Judit.
PD: si quieres regalarte un espacio de autoescucha a través de la práctica de yoga y la meditación, La Salita de Yoga es tu lugar para empezar a moverte y aprender a escucaherte, a entenderte. Tienes toda la información aquí: LA SALITA DE YOGA o si solo quieres meditar puedes formar parte de LA SALITA DE MEDITACIÓN
PD2: ¿sabes que cada mes mando una carta personal e íntima para inspirarte e invitarte a la reflexión? Si quieres recibirla apúntate aquí a la Newsletter de Lost In The Village. Muchas gracias.
Deja un comentario