A eso que llaman amor empecé a hacerle preguntas y me propuso ponerle nuevas formas y así redescubrirme en tal palabra, sumergiéndome, palpándola y viviéndola en su totalidad.
A lo que llaman amor comencé a cuestionarle y a penetrar en la posibilidad de lo erróneo, así que me sugirió que le pusiera otros colores y que también experimentara entre sus letras, pronunciándolas, tocándolas y vistiéndome con ellas.
A eso que llaman amor le di el beneficio de la duda y me sorprendió con la oportunidad de ser yo, me arrolló con su fuerza y su esplendor. Y ahora me encuentro adentrada en su sonido y en su calor, y creo que de él ya no puedo escapar.
Al caer en sus brazos y empezar a confiar entendí que es mucho más sencilla tal palabra de lo que me hicieron creer, no hay tantas complicaciones ni siquiera amagos de complejidad, no hay más pureza ni más luz que la que en ella podemos encontrar.

Y es que amor es esa fuerza que lo mueve todo, sí absolutamente todo. Es la luz que da vida, es el abrazo que la devuelve, es la sonrisa que alegra y el llanto que regenera. Es la flor que nace, las hojas que caen y la semilla que germina. Es el coraje de lo nuevo y el temor que nos avisa. Es el no ser nada siéndolo todo.
Sí, es todo amor. Hasta la guerra esconde un amor mal entendido, hacia algo que entendemos como propio ya sea éste un lugar físico, mental, personal… porque como ya debes saber hay guerras de muchos tipos, no sólo esas que ponen a dos países a lanzarse cohetes. Existen las guerras interiores en la que dos pensamientos se disputan una verdad o las guerras entre personas a través del conflicto, que tan acostumbrados estamos a ver. En todas ellas se esconde una gran inseguridad que nos hace temer por perder algo, que probablemente nos pensamos que es, nada más ni nada menos, que amor.
Así que dentro de tanto amor entendí que tú eres yo mientras que yo soy tú, y yo no soy sólo este cuerpo y esta mente, soy un todo a cuidar, soy parte de la naturaleza, del planeta y del universo y me debo tratar a mí y a todo ello des de la cura, el mimo y el cuidado.

Y así comprendí que cualquier relación empieza en eso, en el quererse querer, en el aceptarse como parte de un todo gigante y como pieza única de éste. Y logré perder miedos porque vi que el amor no puede perderse ya que lo es todo, simplemente se transforma, cambia, se camufla y, por eso, nuestros ojos ciegos no siempre lo pueden ver.
Dejemos las películas y los cuentos a parte, entendamos que todo es más simple y que simplemente vale con querer hacer el bien. Que no hay tantas historias detrás de las palabras y los gestos, que la bondad nos pertenece y el actuar en coherencia es nuestra mejor arma. Por lo que ÁRMATE de AMOR y sonríele a la vida, al otro, a ti mismo, sabiéndote parte de este todo tan inmenso que te permite obrar des del respeto, la bondad, el cuidado o la suavidad ante la vida, y por eso te cuidas, te mimas, buscas estar bien y encontrar eso que te hace feliz.
Porque la búsqueda de la felicidad no es sino el máximo acto de amor hacia uno mismo y hacia los demás. Es el encontrar la paz que te regala la posibilidad de AMAR-TE-ME.
Y así, en ese estado de paz, puedes darte a los demás, porque eres una guerrera pacífica firme en tu voluntad, tratando de lograr aquello que entiendes por felicidad. Así que no desistas.
Éste es tu camino
siendo,
siempre,
AMOR.
Judit.
PD: a veces reflexiono, palabreo y me dejo ir… como en estos otros post: “De ir lento“, “La felicidad“ o “ La libertad“.
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