Otoño de rendición

Me encanta otoño, me encanta lo que de esta estación se desprende. El mimo, el autocuidado, y la calma. Es como ese tiempo que me regalo a mí misma para darme espacios personales, para trabajar el interior y dejar que brille hacia el exterior. Tengo la sensación que, así como el año pasado viví un otoño de introspección, en el que tenía la mirada hacia el interior, necesitaba hacer las paces, aceptar, reflexionar y construirme y la verdad es que siento que ha sido un proceso profundo, enriquecedor y que estará siempre presente y activo. Pues siento que este otoño va acompañado de otro sustantivo que llega con fuerza para destronar a la introspección, creo que le toca el turno a la rendición para entrar y permanecer en mi vida.

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El otro día publiqué en Instagram una foto con una reflexión en la que hablaba sobre esta palabra y me gustaría contaros un poco más sobre cómo la vivo.

Hasta hace poco tiempo, para mí, rendición era una palabra cargada de connotación negativa, era utilizada para definir una finitud de algo, un punto y seguido no demasiado deseado, algo a lo que me entregaba con cierto desencanto, que lo aceptaba por ser presente aún que yo no quisiera y lo dejaba pasar con cierta resistencia tras una fatiga mental o física que me vencía. Rendirse en cierta forma era perder.

Empecé a cambiar mi forma de ver su connotación durante la formación de yoga del verano, dónde rendirse pasó a convertirse en una palabra completa, llena, plena, un nombre que escondía matices tan llenos de luz que le hacían salir de la oscuridad en la que la había mecido hasta ese momento para permitirle brillar.

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Esta palabra cambió cuando la cargué de entrega, sí, de entrega al presente, a la realidad actual y a lo que la vida me regala o me presenta en forma de reto, bienestar o conflicto, que al final son distintas caras de la misma moneda. Entregarme a lo que soy, a lo que hay, al camino, sea como sea y lo sienta como lo sienta, porque al final el juicio es lo que me lleva a pensar que es mejor o peor, es lo que hace que mi mirada hacia el transcurrir cambie y se viva en más paz o más conflicto.

Al entregarme me permito, aún con el juicio personal, vivirlo y paso de la quietud de la aceptación que viene con notas de resignación, al fluir de la rendición que tiene notas de luz y vivencia.

Quizás la diferencia es sutil, pero la forma de posicionarme ante lo que sucede para mí es completamente distinta. Rendirme se ha convertido en un lema, intentando cruzar la línea de la aceptación para ir un poco más lejos, más profundo, y no sólo aceptar sino también fluir con la emoción que me genera ese momento.

No sólo acepto la tristeza, sino que me permito vivirla sin quedarme en ella, pero sabiendo que es parte de mí, sin definirme ni identificarme, siendo una faceta más de mi yo, la sé pasajera por eso no dedico todas mis fuerzas a cambiarla y superarla, sino que le dejo pasar sus ciclos, su movilidad y me rindo a ella. Al igual que me rindo a la alegría, me entrego a la emoción y vivo los miedos e incertidumbres.

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Y de golpe, todo es tan efímero, tan pasajero, breve, transitorio que hasta se puede llegar a confundir y ser todo lo mismo. Y rindiéndome a la vivencia todo se relativiza, mi mente se relaja y mi cuerpo lo agradece.

Me rindo a la inseguridad de lo nuevo, me rindo a los miedos que aparecen de vez en cuando al pensar en un futuro que no es más que imaginación, a la euforia que muchas veces intento controlar por no sentirme descontrolada, a la ilusión feroz que arrolla, al llanto cuando brota, me rindo a la esperanza cuando necesito salvavidas que me mantenga a flote, me rindo a mí, pero también tengo muchas ganas de rendirme a los demás.

Y en este último punto pongo especial atención, porque tras una época de buscarme en mis adentros, de trabajarme, de explorarme, de dejarme crecer, ahora me siento con ganas y preparada para darme a los demás, para rendirme también a sus alegrías, sus tristezas, su felicidad, su ilusión, su llanto, su risa, su presencia y su ausencia.

Y así, vivir cada emoción en su forma, cada paso con su energía, cada experiencia entre luces y sombras me propongo vivir un otoño de rendición, a lo que venga, a lo que soy.

“I surrender to a power greater than me”

“When I lean on the faith of the universe, peace becomes real”

Feliz día,

Judit.

PD: quizás te apetezca leer otras reflexiones como “otoño de introspección”, Una cita muy especial o “Querido tiempo…

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2 respuestas a «Otoño de rendición»

  1. Muy enriquecedor… ❤

    1. Muchas gracias bella!

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