La jaula

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Siéntate cerca que quiero escucharte, sentir como respiras al compás del sol, sin prisa ni obstáculo que se interponga a tu ritmo, ni necesidad de llenar el silencio que nos empapa hoy.

Este silencio que no calla nada, que alumbra verdades y sabe rozar el alma. Alma desnuda y sin miedos, que es soplo de aire fresco y eriza la piel, porque de tantas certezas que muestra, duele.

Duele como la ignorancia de las palabras necias, los oídos sordos y el sinsentido que nos arrastra en esta corriente que es el ahora. Un ahora vaciado de sentido por el mero hecho de tener.

Tener lo que nunca se posee, poseer lo que nunca se tendrá. Tender trampas al mundo y caer en ellas a cuatro patas. Y es que ya se sabe que el hombre es el único animal que tropieza dos veces en la misma piedra, y mira si soy humana que yo ya voy por la décima caída.

Caída que me hunde en un mar de verdad, pero alarga manos amadas que salvan. Salvan del desenfreno del vivir, del estar sin querer estar, de ser sin antes pensar, del dejar de reflexionar.

Y entre tanta reflexión y palabrería pasa todo lo que tiene que pasar, pero sobretodo nos pasa la vida sin poderla palpar. Y tú y yo aquí, contemplándola tras el cristal, como si fuera a parar a recogernos o a invitarnos a subir a su tren y a vibrar.

Estas vibraciones que me descompensan y mi equilibrio hacen desestabilizar. Un equilibrio vital colgando de la cuerda floja, que en cualquier momento fallará. Suerte que tengo alas para mantenerme en el aire y si hace falta alejarme de tanta oscuridad.

Alas, sí alas, que no conseguirán encadenar. Sólo mi mente es capaz de encarcelarme ante lo que considera veraz. Así que deja ya de imponerme ideas que universalmente por válidas dan, llámame loca por no creerme que esta sea la única verdad.

Verdad manipulada que con pico y pala nos han hacho validar, haciendo que odiar los lunes sea lo normal, y vivir sólo el fin de semana una obviedad. Maldita jaula que inventasteis para hacernos agachar la cabeza y callar.

Y entre tanta jaula y tantas dudas ya no sé ni qué digo ni qué pienso. Sólo sé que cada una de esas palabras no deja de ser cierta.

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Certezas que en esta mente inquieta y activa no quieren reposar. Así que, por favor, detente un momento y déjame volver a calmar…

Vuelve y siéntate cerca que quiero escucharte, sentir como respiras al compás del sol, sin prisa ni obstáculo que se interponga a tu ritmo, ni necesidad de llenar el silencio que nos empapa hoy.

Judit.

PD: de vez en cuándo un poco de caos también sienta bien…

11 respuestas a «La jaula»

  1. la calma, el vacío, tan importante para seguir siendo! gracias por tus reflexiones, y un saludo

    1. Gracias a ti por estar por aquí y dedicarme tu tiempo! Un placer!!! ❤️

  2. Delicioso texto, Judit… simplemente parar y observar el viento de nuestros latidos, gracias por tu calma, es reparadora.
    Bendiciones ☀️☀️☀️

    1. Gracias a ti por pasarte y dedicar un ratito a esta lectura! Gracias, de corazón! ❤️

  3. Muy buena reflexión, es bueno intentar escapar de esa jaula que es la supervivencia y la monotonía.
    Escapar aunque solo sea con los pensamientos, porque son ellos los que nos han de salvar de la mediocridad.
    Un abrazo.

    1. Totalmente! Y que difícil encontrar esa salvación, pero en eso estamos ❤️ gracias por dedicarme tu tiempo! Un abrazo!

  4. Ay, el silencio y esas verdades que esconde…
    Precioso texto, Judit. Me lo guardo! 😉

    1. Mil gracias de corazón, por recibirlo así! ❤️ un super abrazo 😘

  5. Me ha encantado! Gracias por compartir tus pensamientos y reflexiones 😃

    1. Gracias a ti por leerme! 😉

  6. […] PD2: si te ha gustado este artículo quizás te apetezca leer otras reflexiones como: “De aceptar y otras cosas”, “Frágil“, “Somos” o “La jaula”. […]

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