Querido tiempo,
supongo que sabrás que hace unos meses le escribí a tu fiel amiga rutina, pero a estas alturas del año me toca dirigirme a ti, y es que no me has dejado otra alternativa. Te avisé hace tiempo que quería un cambio de vida, que huía de la ciudad buscando encontrarte en calma y tranquilidad. Pero no ha sido así y por esto te escribo con un doble sentimiento, entre la nostalgia y la felicidad; entre el enfado y la alegría.
Y es que no sé como decírtelo pero no entiendo esta necesidad tuya de pasar sin avisar, de correr sin darnos tregua ni dejarnos respirar. Supongo que es tu forma de recordarnos que somos seres efímeros, que estamos aquí con una temporalidad y que nuestros corazones esconden una fecha de caducidad. Igual que este 2016 que se acaba, como los años de estudiante que ya me quedan un poco atrás o como esos días en que de bailarina me vestía y iba a ensayar… Todo, hasta nosotros mismos, tenemos un final, y supongo que así, mostrándote rápido y fugaz nos quieres entregarnos ésta verdad.
Me doy cuenta que nos encadenas, nos marcas y nos muestras el ritmo a seguir en nuestro día a día, des de que abrimos los ojos hasta que los sueños nos cobijan. Cómo lo has hecho para volverte tan imprescindible? Para ser nuestro único camino y guía? A veces me pregunto, querido amigo, qué inventor te dio las horas, los minutos, los segundos, el día, la noche, los años, los meses; ¿qué perturbada mente decidió que debíamos ir a tu compás? O mejor dicho ¿quien decidió acelerar la vida a un ritmo que no respeta el tiempo natural?
Por este motivo te pido perdón, porque hace tiempo que sólo recibes quejas, como si tú fueras el culpable. Sólo oigo decir que el tiempo pasa muy rápido, que parece que se haya acelerado, que es una locura y que al tiempo le faltan horas. Pero me parece que la verdad es que somos nosotros los que nos hemos acelerado y sin darnos cuenta damos respuesta a unas exigencias que nos obligan a ir sin parar, a hacer malabares para compaginar las obligaciones y el vivir.
Escondes un fino hilo que nos hace tambalear. El presente ya es pasado y en el futuro vuelvo a estar. Me dejas soñando en el mañana, anhelando el ayer y sin darme cuenta que transcurre el hoy, así que esto se debe terminar. Quiero vivir contigo en el aquí y el ahora, me vas a ayudar?
Pero ahora déjame cambiar el tono dramático de la carta y empezar a agradecer.
GRACIAS por seguir aquí y por permitirme soñar! Y gracias por este 2016 tan lleno de todo y tan mío… con mis viajes a Tenerife, Menorca o Perú , mis escapadas a Cadaqués, a la Hueya de Huesca o Coulliure; con mi trabajo que me llena y me encanta; con mis sueños de libertad, mi intento de vida más sostenible y el ir aprendiendo con mi huerto; gracias por este 2016 tan lleno de ilusiones, de sueños y de planes que aún quedan por cumplir; gracias por regalarme tiempo para seguir formándome, por dejarme ir al pasado, por regalarme poesía, libros y lecturas; y gracias por seguir dándoles tiempo a los míos, a los que quiero y embellecen mi día a día.
Así que si tras tanta charla aún estoy en condiciones de pedir, por favor, lléname el 2017 de tiempo para vivir, soñar, experimentar y ser!
Tu amiga que te quiere, Judit.
Deja un comentario