Yo antes soñaba con dormir bajo la luna, que me acurrucara su luz y que en los días en que no apareciera yo la supiera allí, invisible pero presente. Des de hace un tiempo, la luna se cuela por mi ventana y yo la dejo pasar, boquiabierta de su belleza y su brillo, y dejo que me acune en mis noches frías.

Yo antes soñaba en abrir la ventana y ver un dibujo de colores, verde, azul o amarillo, no un mundo gris, de piedra y cemento. Ahora mi ventana se abre al mundo, con fuerza y aire gélido que me despierta con energía y me quita el sueño.
Yo antes soñaba en ser menos esclava de un sistema que te oprime, te crea necesidades y te impide ser más allá de lo que él establece. Soñaba con escapar de la presión que ejerce el dinero y la publicidad, quería estar menos pegada a las necesidades económicas que se entienden como normales y empezar a ser más autónoma, más autosuficiente, más libre.
Todos estos sueños aquí se van cumpliendo. Obviamente, no puedo decir que aquí no esté ligada, el sistema capitalista llega a todos los lugares del mundo (sí, todos) en una forma o otra y me sigo sintiendo dependiente a muchos factores externos que sólo puedo comprar con dinero (por ejemplo aquí el transporte público deja muuucho que desear y termino por moverme siempre en coche).
Aún así me siento más libre, más rica y más llena, y veo que voy andando hacia un camino que deseo, el de ser más independiente, conocer más nuestra naturaleza, poder trabajarla y moldear mi vida a ella y ver como la tierra nos da sus frutos si la trabajamos con amor y paciencia. Quería dejar la inmediatez por la espera y cultivarme en conocimientos que creo que des de la ciudad no se viven y nos desconectan de nuestra realidad y de nuestros orígenes.
Así pues, cuando llegué aquí, vine cargada de sueños e ilusiones por cumplir, y me dije a mi misma que venía a aprender, a exprimir la experiencia de vivir cerca de una realidad desconocida que me podía ofrecer más que cualquier otra. Y me reté a aprender, a probar y a equivocarme, a llevar una vida más sana, conectada con nuestra tierra, respetuosa con lo que me rodea (gente, naturaleza, ideologías, pensamientos…), y dar voz a este pequeño camino que voy haciendo (supongo que con este blog). Ésto no significa dejar de comprar o de tener caprichos, sino tenerlos pero con moderación, cabeza y si puede ser de personas/cooperativas/empresas que queden cerca.


Lo que me propongo, sin prisa pero sin pausa, es:
- Cultivar mi huerto
- Hacer madera para el invierno
- Conocer las setas para en otoño poder hacer ricos platos
- Reducir el plástico que uso y la compra de productos envasados
- Aprender a coser
- Aprender a hacer ganchillo y media
- Reutilizar, reducir y reciclar. Revitalizar muchos de los objetos que tengo en casa
- Hacer jabón casero
- Hacerme mi propio pan
- Aprender a hacer conservas
- Hacer compost con las sobras orgánicas
- Reducir mi consumo energético
- Saber qué me dan los bosques, en qué época y en qué zonas
- Conocer las plantas medicinales y cultivarlas en casa
- Conseguir tener mis propias semillas para cultivar de un año para el otro
Supongo que a esta lista se le van a ir añadiendo nuevos retos o van a ir cambiando. La cuestión es trabajar y llevar nuestra vida hacia dónde queremos que vaya, sin miedo ni prisas, marcándonos nuestro ritmo pero sin dejar que la pereza nos pueda!
En fin… me queda muuucho por hacer,
ME ACOMPAÑAS?
PD: os recomiendo el libro del mes de enero de mi reto #yosíqueleo2016, A la sombra del árbol violeta, de Sahar Delijani. Sensibilidad y dureza al mismo tiempo, conocer lo desconocido y dar voz a las calladas. Duro por ser real pero fantástico por ser poético. Irán es un gran desconocido por la cultura occidental y nos muestra una realidad de la que no nos informan y ni siquiera sospechamos… ¡¿A ver que os parece?!

Deja un comentario