La maternidad y el vínculo con la naturaleza es algo que últimamente siento muy presente. Cómo este momento vital ha impactado en mi forma de entenderme respecto al todo es importante, así que quiero compartir por aquí mi reflexión. 🌿
Hace unos días miraba a mi hija y pensaba: todo esto lo he hecho yo. Estos muslitos, estos mofletes redondos, cada una de sus partes son fruto de la creación que hizo mi vientre y del alimento que soy para mi hija… ¡qué brutalidad, qué salvajada!
Sí, una salvajada en el sentido literal de la palabra (aunque la hayamos llenado de malas connotaciones). Es salvaje porque es natural, no necesita domesticación y es libre. Y creo que necesitamos volver a ser un poco más salvajes, porque empiezo a dudar que la evolución nos haya hecho más humanos.
Veo como día a día la domesticación nos ha alejado de nuestra propia naturaleza y me entristece. Por habernos domesticado siento que nos han hecho profundamente dependientes y demasiado individualistas al mismo tiempo. Comprando todo se consigue, el capital es lo único que nos da la vida.
La verdad es que yo nunca me había sabido y sentido tan animal, tan mamífera como empecé a sentirme en mi embarazo. Nunca antes me había sentido tan en armonía con la naturaleza. Ese ser una con la tierra despertó fuerte durante el embarazo y ha continuado en crecimiento mes tras mes, al ver crecer a mi cría. (Sí, no me da miedo llamar a mi hija cría, porque aunque nos hayamos olvidado… somos animales y no quiero negarle esta parte de su ser.)

Y me sorprende que una de las cosas que más me preguntan es si SOLO doy pecho. Como si no fuera suficiente. Como si no fuera lo que estamos programadas para hacer. ¡Qué desconexión de lo que somos verdaderamente, que lejos estamos de sabernos una con el todo!
Y siento que esta desconexión (que no es sino falta de vínculo con la naturaleza) nos lleva a desconfiar de nuestro propio saber, de nuestra intuición, de nuestro sentido. Esta desconexión es la que nos lleva a ver al hermano como una amenaza, a tomar armas para una guerra que no es nuestra o a destruir nuestro hogar (la naturaleza) en nombre de nuestra comodidad.
Sí, empiezo a pensar que el vínculo con la madre tierra empieza aquí, en nuestro pecho. Quizás, solo quizás, si volvemos a sabernos animales, mamíferas y capaces, podremos reestablecer el vínculo que se rompío. Quizás, solo quizás, algo podría cambiar con este sencillo y complejo gesto: amamantar a nuestras hijas.

Pero esto son solo ideas de una madre primeriza que se está cuestionando todo lo que creía cierto. Y aunque probablemente no gusten a todo el mundo… seguiré compartiendo.
Me gustaría terminar con un abrazo fuerte a todas esas madres que lo intentásteis y no pudistéis, os honro profundamente; y a todas las que decidisteis que el pecho no era vuestra forma, os respeto y acompaño en vuestra decisión que sé que es la que creeís mejor para vuestras hijas.
Gracias por estar,
con amor,
Judit.
PD: si estás embarazada te puedo acompañar en este tránsito tan potente y bonito que es la maternidad a través de mi programa: YOGA EMBARAZO – UN VIAJE HACIA TU NUEVO SER.
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