Este fin de semana he estado sumergida en el Festival de Yoga, rodeada de música y silencio, de movimiento y quietud. Dejándome cubrir por la intensidad de la vida y por su dulzura. Un fin de semana de reencuentro con la práctica, y al reencontrarme con la práctica me reencuentro con la vida, y con el silencio interno.
Y a lo largo de estos días, entre introspección, reflexión y conversaciones me preguntaba a mí misma: ¿cuándo practicas en tu vida el silencio? ¿Le das suficiente espacio a este estado del ser?
Vivimos entre ruído. Coches, móbiles, música, televisión, redes, conversaciones, radios, palabras, sonidos constantes… Somos entre ruído, y es que la naturaleza no sabe estar callada.
Si tienes la oportunidad de pararte a respirar en un lugar lleno de naturaleza, sin influencia humana, ya sea un bosque o un mar y empiezas a escuchar atentamente te darás cuenta que no hay espacio para el silencio. El ruído nos acompaña, el ruído nos hace. (Si no conoces la visión de la creación del mundo desde la fiolosofía yogi te invito a buscar un poco sobre la importancia del sonido y la vibración para esta cultura, me parece muy poético y bonito).

La ausencia de sonidos es imaginación, es fantasía. El silencio externo es irreal, porque el ruído es la vida, es la naturaleza.
Y pues, ¿cómo voy a practicar el silencio si no existe?
Y aquí llega la maravilla. El silencio no debe ser buscado fuera, debe ser un estado interno. Y para encontrarlo podemos empezar a apagar los ruídos externos que nos des-sintonizan de nuestro propio silencio.
Parar todo el ruído (que no sonido) es una forma de empezar a practicar el silencio.
Y aquí va mi primera pregunta para ti: ¿Qué entiendes tú por ruído?
Para mí ruído es eso que me distrae de lo que realmente soy y lo que realmente quiero. La televisión es ruído a mi modo de entender, las redes, las charlas en la radio que no me suman o no me regalan visiones interesantes del mundo.
También es ruído la crítica gratuita, esas conversaciones impregnadas de odio y de juicio constante. Es ruído cualquier conversación que esté repleta de un interés egoista y vacío de valores, que quiera imponer sin escuchar. Es ruído todo lo que distrae y no suma.
Pero no confundamos ruído con sonido. El sonido está siempre presente, es parte de nuestra naturaleza y nos va a acompañar. Lo mágico es encontrar espacios de silencio interno, aunque estemos en un mar de sonidos y ruídos.

Aquí mi segunda pregunta: ¿Reconoces el silencio interno?
Y si es así, ¿Cómo lo practicas? ¿O cómo crees que lo podrías introducir en tu vida?
Para mi el silencio interno es algo muy importante y revelador. Encontrar espacios de silencio interno me conecta a mí, me permite la autoescucha y el reconocimiento. Y es curiosa la mayor contradicción que me regalan estos espacios: el silencio interno SIEMPRE HABLA.
¿Estamos dispuestas a escuchar?
Gracias por acompañarme,
Judit.
PD: Tú también tienes la oportunidad de disfrutar del Festival de Yoga en Besalú que dura hasta el día 21 de agosto. Si te apetece ir, puedes disfrutar de 10€ de descuento por día escibiendo en las observaciones: LA SALITA DE YOGA. ¿Nos vemos este fin de semana ahí?
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