Éste no es más que otro de los muchos escritos que hoy se publicaran en las redes sociales debido a los actos de ayer, pero la necesidad de poner palabras a veces es tal que no se debe silenciar. No voy a decir nada nuevo, sólo expresar.

Barcelona es la ciudad que me ha visto crecer y a ella le debo ser quién soy. En sus calles he aprendido a andar por la vida mirando al miedo a los ojos; entre sus parques pasé los mejores momentos de mi infancia rodeada de gente diversa y aprendiendo el arte del respeto; en su mar entendí que somos lugar de apertura al mundo, a culturas, ideas y religiones; en sus luchas/huelgas/manifestaciones supe que era ciudad de cambio y de lucha por la igualdad; en su arte vi que éramos esperanza y soporte; y en sus escuelas me enseñaron que la educación y el saber nos hacía libres.
Y hoy, me siento orgullosa de ser de ésta parte del mundo.
Duele y escuece el alma el pensar en todas las atrocidades que suceden en el mundo, pero duele mucho más cuando pasan cerca, cuándo lo sientes tuyo y tu estabilidad y bienestar se tambalean (sí, acepto parte de mi egoísmo humano). Pero el dolor no paraliza, el dolor engendra semillas.
Me pregunto qué tan mal lo habremos hecho como sociedades para generar tanto odio en algunas personas. Con nuestros actos hemos creado una semilla de odio que ahora florece y nos estalla. Nuestras decisiones políticas, económicas y sociales nos han llevado hasta aquí y ahora no sabemos como gestionar esta situación. Con ésto no justifico sus acciones, las desapruebo completamente, me enfadan y me indigna que paguemos los civiles por decisiones y guerras que nosotros no hemos ni querido ni promocionado, somos inocentes y me duele ver tanta injusticia.
Creo que tras éstos hechos lo fácil es generar más odio con discursos populistas, aislados de la realidad, que crean islamofobia y racismo. Pero estaremos juzgando, culpando y señalando a las personas equivocadas ya que el terrorismo es un enemigo común en nuestras sociedades, siendo éstas islámicas o cristinas, católicas o ateas, budistas o hinduistas. La unión hace la fuerza pero creo que es más fácil que caigamos en el “divide y vencerás”.
Así que tengo esperanza que la semilla que haya creado el dolor esté llena de solidaridad, respeto, amor y fuerza conjunta para terminar con ésta locura que es el terrorismo. Sólo puedo decir que Barcelona es hogar, y el calor del hogar no debería encenderlo nunca el odio sino el amor…
Mi más sentida condolencia para todas las víctimas y familias. Lo siento, me duele y me rompe por dentro lo sucedido.
Deja un comentario