Emprender, ¡menuda palabra!. No sé si asusta o alegra, no sé si genera temor o esperanza. Pero sí sé que es mi forma de vida (actual) y no lo cambio por nada. Es una forma de vivir que a algunos incomoda, a otros nos mueve y nos permite estar en constante crecimiento, saliendo de la zona de confort y aprendiendo. ¿Cómo lo vives tú?
A menudo me preguntáis por cómo fue mi emprender, así que hoy empiezo este relato.
Me atrevo a decir que mi emprendimiento fue fruto de la casualidad, o mejor dicho, de la vida. Se dio como se da la primavera, el verano o el invierno. Se dio como se dan la noche o el día. Fue. Y simplemente no me resisití, me permití vivirlo.
Dígamos que yo tenía una idea y la idea floreció, poco a poco y sin prisa. Y me doy cuenta que mientras escribo estas líneas que en una semana hará tres años que me di de alta de autónoma, con todo lo que esto significa, ¡y cuántos cambios que he vivido desde ese momento, y cuántos aprendizajes!.
Así que te cuento mi historia…
Trabajaba de educadora social en un centro de menores, un trabajo que no me hacía feliz. Tras llantos, miedos y una sensación increíble de fracaso lo dejé. Y en ese momento empecé a barajar posibilidades, empecé a cuestionarme qué me hacía feliz y qué quería en mi vida.
Y una idea se hacía muy viva: compartir lo que me apasionaba. Tenía muchas pasiones como el yoga, el movimiento, la vida y las palabras. Escribía mi pensar en este blog, compartía a través de Instagram mis vivencias y el yoga pasó a formar gran parte de mi vida.
Y mientras iba encontrando lo que sí y lo que no, busqué un trabajo que sabía pasajero pero necesario. Primero estuve en una residencia de personas mayores, después como técnica de juventud. Y ahí solo confirmé lo que ya sabía: quería otra forma de vida, otra forma de estar y de trabajar.
Así fue como me decidí, y me lancé a invertir en mí, me regalé una formación de profesora de yoga porque tenía claro que eso me apasionaba. Y lo maravilloso fue que ya antes de irme a la formación me salieron las primeras clases (GRACIAS Y MIL GRACIAS POR LA CONFIANZA A CIEGAS).
Llegó septiembre, con un título que me daba una seguridad que en ese momento necesitaba, y empecé a dar clases. Combinaba mi trabajo como técnica de juventud con algunas horas de clase, poquitas, pero esas poquitas cada vez fueron creciendo y siendo más y más.
A finales de año mi sustitución como técnica pasó de ser un trabajo a jornada completa a un trabajo a media jornada, y eso me dio la oportunidad de seguir con mi proyecto, con lo que más me gustaba, con mis clases de yoga. Así que amplié horarios, salieron más clases, y ¡SORPRESA! un nuevo empleo inesperado pero muy deseado.
Este blog fue la puerta o el aparador a ese nuevo trabajo: ESCRIBIR PARA OTRAS PERSONAS Y PROYECTOS. Me convertí en copy sin apenas saber que eso era un trabajo que existía. Pero se dio, fue y de nuevo… me dejé llevar. ¡Y qué regalo!
Me contactó una primera persona preguntándome si le podía echar una mano con los escritos de su web y aunque no sabía ni qué cobrarle, ni cómo gestionarlo lo hice con tanto miedo como ilusión. Después de esa persona vinieron dos más. Y después tres. Aprendí, busqué información, y entendí como funcionaba este mundo e incluso me formé.
Y tras un tiempo me atreví a ponerlo en la web, y llegaron más propuestas, más trabajos, más opciones. Y las primeras veces de decir que no (menudo aprendizaje).

¡Emprender ya no era un camino unidireccional sino que había dos caminos que se andaban juntos pero muy distintos a la vez! El yoga me aporta la conexión con el cuerpo, el movimiento y el otro; la escritura el trabajo mental, la quietud, la soledad.
Y se me terminó el contrato de técnica y decidí que era el momento de lanzarme a seguir con el camino que había empezado y fue así como pasé a vivir plenamente de mi emprendimiento: por un lado mis clases, por otro lado mis escritos.
Y esta es mi historia. Sencilla. Simple. Paso a paso. Casi de casualidad pero con toda la intención del mundo.
Y esta es una de tantas historias, tan válida como cualquier otra. La forma que a mí me ha sido útil pero que no tiene porqué funcionarte a ti. Encuentra la tuya. Pero si deseas hacerlo, HAZLO.
Y mi cuento de emprender no termina aquí… porque después de ese salto viene mucho más. La locura de necesitar más clases, compaginar mil mini propuestas, el estrés, la inseguridad, la pandemia, las dudas y un gran proyecto.
Pero mejor todo esto te lo cuento otro día, con más calma, y por hoy lo dejamos aquí.
Y tú, ¿eres emprendedor/a? ¿Me cuentas tu historia?
Gracias,
Judit.
PD: este artículo sombre el emprender nace ya que muchas personas me preguntáis a menudo por como empecé y creo que es interesante ver que hay muchas formas válidas de hacerlo. Espero que te guste y lo disfrutes.
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