Cuando el querer cuidarnos pasa a ser una obligación más en nuestra lista de quehaceres diarios es el momento de preguntarnos: ¿es ésto autocuidado o autoexigencia?
El autocuidado, el autoconocimiento y el amor propio están en auge, y no es de extrañar (y más tras el año que hemos vivido) porque son conceptos e ideas que nos llevan a un mayor bienestar y a respetarnos. Algo que debería ser primordial y básico en nuestras vidas.
Vivimos en el mundo de la inmediatez, de quererlo todo rápido, de desearlo todo YA. Y el autocuidado pasa por esta misma dinámica. Quiero una rutina que me haga bien pero quiero que me la den hecha, que me digan cuándo hacerla y cuánto tiempo dedicarle. Quiero un pack que pueda aplicar a mi vida sin tener que pensar demasiado.
“Compramos” esa rutina de bienestar, ya sea en forma de producto, de idea, de concepto, de acciones y la tratamos de desarrollar en nuestra vida, pero no desde la escucha, sino desde la obligatoriedad, la copia. Escribimos en nuestra lista de tareas diarias un nuevo punto: “tiempo para cuidarme” y una vez terminamos le ponemos ese gustoso tick al lado, y nos setimos satisfechos.
Hasta que llegan las prisas, los días de no tener tiempo, pero seguimos viendo ese “tiempo para cuidarme” en la lista de tareas y en lugar de hacernos bien, empieza a crearnos angustia. Empezamos a preguntarnos si lo estaremos haciendo bien, si seremos malas con nosotras mismas, si nos estamos abandonando, si nos estamos dejando… Y, buscamos la forma de dedicarnos ese tiempo aunque un poco a regañadientes y con prisas. Y, de pronto, esto ya no es autocuidado, es autoimposición.

Lo ves, ¿puedes responderme tú? ¿Ésto es autocuidado o autoexigencia?
Yo lo tengo claro.
A mi modo de entender el autocuidado pasa por un concepto anterior: el autoconocimiento. Y tiene grandes dosis de otro concepto maravilloso: la flexibilidad.
Crear nuestros espacios de autocuidado pasa por reconocernos, por saber qué nos hace bien y qué necesitamos a cada momento, pasa por la escucha interna. Cuidarnos es un proceso de aprendizaje cambiante y transformador, que no tiene ni fórmula ni receta.
Cuidarte no necesita de una rutina larga, de una actividad concreta. Puede ser simplemente tomar tres respiraciones profundas, darte cuenta que hoy no has estado por ti y no culparte por eso, darte un paseo sin prisa el día que tienes tiempo, regalarte ese dulce que te encanta y mereces… Cuidarte es no tener fórmula, no tener obligación, es permitirte ser.
Así que dedícate tiempo a conocerte, este será el mejor regalo que puedes hacerte para aprender a cuidarte.
Gracis por leerme,
Judit.
PD: si te apetece conocerte mejor hace un tiempo creé un recurso llamado: EL CAMINO DE VUELTA A MÍ, es un programa de 4 semanas en formato ebook con un montón de propuesta e ideas para reconocerte, para saber quién eres y qué hay dentro de ti. Contiene varios ejercicios diarios, 4 clases de yoga y 4 meditaciones. ¡Espero que lo disfrutes!
PD2: y si quieres regalarte yoga y meditación, así como reflexiones semanales y encuentros mensuales LA SALITA DE YOGA es tu lugar. La respiración como ancla al momento presente y a la vida es el mayor regalo de autocuidado que he descubierto en los últimos años. Puedes escribirme para dudas.
Deja un comentario