Sin quererlo querer me pierdo entre palabras, frases, imágenes y pensamientos que vienen y van. No es difícil perderse entre tanta información entre tanto estímulo, entre tanta prisa y ruido. No es difícil encontrarse en medio del caos, del sin sentido, del hacer por hacer, del seguir la corriente, del estar sin estar, en un mundo tan rápido y con tantos inputs que no te los terminas.
No es raro que me cueste parar, que tenga que desacelerar tirando del freno de mano porque voy a marchas forzadas. Y hasta me parece normal que me enfade conmigo misma cada vez que freno, que paro, culpándome por sentir que no estoy produciendo en un mundo en que la productividad y el crear es el orden del día, para consumir, consumir y consumir.
Y cuando todo esto pasa, porque pasa, siento la necesidad de estar de vuelta a mí, a mi centro, a mi yo. Sabiéndolo único e irrepetible como cualquier tú que pueda encontrar a mi alrededor. Así que tomo aire y respiro buscando la pausa en todo el bullicio, volviendo al centro del silencio para hundirme en él.

Paro. Freno. Me miro. Me observo. Me dejo de críticas. Me alejo de lo ajeno. Me desvisto de apariencias. Me desnudo de mentira y me entrego a la verdad.
Rebusco en mi interior, me pregunto, me cuestiono, me interrogo des del respeto e intentando ser libre de juicio y busco respuestas ahondando en el fondo de lo que soy. Y vuelvo al origen. Vuelo al inicio. Y vuelvo al vuelo.
Y así, entiendo, resurjo, respiro, reparo, retomo, recargo y, vuelvo a mí…
Y esto es lo que he estado haciendo últimamente. Me he dado tiempo para repensar, no sólo conmigo como persona sino también en este proyecto que es Lost In The Village y que no deja de ser otra parte más de mí. Me he permitido volver al inicio, al punto de partida, al punto cero e integrar en él todo lo que ya ha sucedido, todo el recorrido, todo lo vivido y lo aportado, pero volviendo a poner en el centro ese núcleo por el que nació el proyecto.

Como dije en mi primera entrada en el blog, en el año 2015:
“Hay quién se pierde en la ciudad, pero somos muchos los que nos perdemos en el pueblo. Una forma de perderse distinta, de, a su vez, reencontrarse y de conectar con aspectos ya olvidados. La forma de vivir es diferente, más lenta, pausada y en consonancia con el contexto que nos envuelve, la naturaleza. Es por eso que estoy aquí para reaprender y desaprender al mismo tiempo, en consonancia con los ciclos naturales y partiendo del tiempo y la calma, una nueva visión para una nueva oportunidad.
Así pretendo compartir mis aventuras, experiencias y nuevos conocimientos ya que me queda mucho por conocer, y poco a poco ir llegando a ese estilo de vida respetuoso con el medio ambiente, libre de residuos y lento que con la despedida del ritmo urbano se me ha podido plantear. Nuevos retos, nuevas formas de pisar y muchas ganas de seguir viendo mundo, conociendo nuevas miradas e impregnarme de todo lo bueno (y no tan bueno, añadiría aquí).
Aquí empieza (SIGUE) mi aventura…¿Me acompañas?“
Este proyecto nació en un momento de pérdida, y es que, volviendo al origen, no me queda duda alguna que nos PERDEMOS PARA ENCONTRAR.
Des de aquí, vuelvo a mí.

Con esta entrada honro los inicios, vuelvo a ellos y me reafirmo en este camino que hace años que voy construyendo, sabiéndome fiel a mí misma y recordándome el porqué de todo ésto. Pura y simplemente, COMPARTIR.
Gracias por estar,
un abrazo gigante,
Judit.
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PD2: Con esta entrada también me he recordado el placer de la escritura des de una posición más creativa, poética y de búsqueda interior y personal, que últimamente se me había olvidado un poco.
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