La vida nos mueve, nos empuja, nos pone a prueba y nos recuerda que somos seres en constante evolución y cambio.
La suerte nos regaló piernas para poder andar, para facilitar nuestro camino y no quedarnos estancados ni en la extrema quietud.
Y este azar que es la vida me ha traído una nueva experiencia, una nueva oportunidad en forma de mudanza. Me he cambiado de casa, pero no de lugar. Durante estos meses en los que las obras, el empaquetar productos y el construir lo que será nuestro hogar me he dado cuenta que son muchas las cosas que nos quedan por aprender.
Pude vislumbrar en esta experiencia una cantidad de oportunidades que de ella se desprenden increíbles. Tuve la oportunidad de ver en mis ojos mis relaciones con los objetos, los espacios y los recuerdos y ver que no es tan fácil como aparentemente parece desprenderse de éstos.
He observado mi dependencia, mi apego a ciertas cosas que aún sabiendo que nos son imprescindibles y que podría vivir sin ellas quiero que estén. Mi choque de intereses entre llevar una vida más minimalista y, a la vez, prescindir de ciertos aspectos que tienen peso en mi esfera emocional han hecho que este proceso sea enriquecedor, bonito, pero para nada fácil.

Muy a resumidas cuentas esta mudanza me ha servido para varias cosas:
- Darme cuenta de la cantidad de objetos y pertenencias que llego a acumular en nombre de los “por si acaso”.
- Observar mi dependencia emocional hacia ciertos objetos, recuerdos, lugares e, incluso, ideas.
- Tener la oportunidad de deshacerme con conciencia de eso que ya no tiene cabida ni lugar en mi vida actual.
- De igual modo e igual de importante ha sido el conservar lo que quiero que permanezca en ella y no sólo guardarlo, sino cuidarlo. (Contra la moda del tirar para cambiar yo decido seguir con el cuidar y guardar para transformar).
- Poder observar mis formas de consumo, mis “vicios”, mis tentaciones y mis imprescindibles.
- Localizar los espacios de cambio, mejora y los procesos transformadores que puedo ir aplicando de forma gradual a mi manera de estar y de vivir.
En definitiva, esta mudanza ha venido cargada de oportunidades para repensar en mi estar en esta tierra y en cómo estoy en ella, qué impacto dejo con mis decisiones y cómo puedo transformar este impacto.
Uno de los aspectos que he podido observar, pensar y gestionar es el tema de mi relación con la ropa. Puedo decir que hace ya bastante tiempo que no siento apego con casi ninguna de mis prendas, que voy aprendiendo a conservar las que me hacen sentir bien, aunque siendo realista lo que me cuesta más es cuidarlas como si fueran pequeños tesoros y eso es algo que quiero mejorar.
Mi consumo de ropa nunca ha sido abusivo ni exagerado, aunque la acumulación de ésta sí. Podría decir que si las marcas de moda dependieran de personas como yo esa industria se vería en ciertos problemas ya que mi consumo es mínimo y puntual. Pero esto se da porque he tenido la inmensa suerte de que me han dado siempre mucha ropa que me gustaba y que me iba bien lo que me permitía tener un buen armario, completo, lleno, cargado sin casi tener que comprar directamente (gràcies Ra).

Y, aunque mi consumo directo no fuera excesivo lo que sí era excesiva era la cantidad de piezas que se iban acumulando en el fondo del armario, sin apenas ponérmelas y sin tener utilidad.
Así que en los últimos años ésto empezó a cambiar y cada vez iba regalando, dando o trasformando piezas para que otras personas u otros usos se les pudieran dar. Hasta llegar a día de hoy, en la que he minimizado mi armario, he leído acerca de lo que es el famoso armario CÁPSULA y lo he adaptado a mí, porque creo que, en este camino de transición, de cambio de mirada, de cambio de patrones no hay una forma única, definida y concreta para llevar una vida más sostenible y respetuosa, no hay fórmula matemática que diga lo que está y lo que no está bien. Hay infinitas maneras, números y modos de transitar hacia esta vida con más conciencia.
Así que te cuento que tengo un armario cápsula que NO tiene 33 piezas, sino más. Que mi armario cápsula no tiene sólo una gama de colores sino más. Que en mi armario cápsula no vas a encontrar sólo ropa realizada a través de un proceso limpio, consciente y respetuoso, sino que la mayoría de las prendas que hay en él vienen de tiendas tipo “Inditex” porque es lo que hasta hace poco para mí era normal y lo que conocía.
Pero sí, también encontrarás alguna pieza realizada por empresas que siguen un proceso de producción más respetuoso, que liga más con mi modo de ver el mundo y que, por fin he descubierto. ¿Y es que sabes qué? Ahora, con información, conocimiento y saber sí decido comprar en ciertos lugares y en otros no, pero hasta hace poco esto no era así. Mis últimas compras sí han sido des de esta óptica de respeto global (excepto un pijama que compré en una macro tienda) pero que antes no podía aplicar porque no conocía.
Estas piezas con las que me he hecho en los últimos meses también comparten una característica y es que aparte de tener en cuenta el modo de producción, los materiales con que se realizan y el respeto por los derechos de todas las personas implicadas en el proceso, también siguen un corte minimalista de manera que puedan ser atemporales, que por mucho que las modas pasen y cambien yo pueda seguir usándolas. Esto, evidentemente, tiene un precio, pero hoy por hoy y sabiendo que una compra puede tener una vida útil larga si es de calidad, es un precio que estoy dispuesta a pagar.
En este punto, me apetece presentarte a una pequeña empresa que he tenido la suerte de conocer, The Nordic Leaves y que sigue todos estos ítems de los que te hablo anteriormente, y me parece que trabajan des del respeto en su plenitud, des de la conciencia y des de una mirada global y amplia a la que me siento atraída y conectada. Te invito a conocer su trabajo a través de su página web.

Otra cosa que me parece importante si quieres hacer tu armario cápsula es no tirar toda la ropa porque sí y a la primera de cambio, cómo en muchos lugares he leído. Juega con aquello que no te termina de convencer por cómo te queda, prueba a transformar la forma de vestirlo, quizás puedas coser una parte, cortar otra y convertirlo en una pieza nueva. Mi idea ha sido arreglar lo que tiene arreglo, mirar si puedo transformar esas prendas que no me terminan de gustar o si puedo reinventar la forma de llevarlas y así alargar su vida útil. Antes de tirar para comprar prefiero repensar, rediseñar y, finalmente, decidir.
Además, te invito a localizar las tiendas de segunda mano que te queden cerca, hay tanta ropa en el mundo que podríamos vestirnos durante tres vidas, quizás es el momento de repensar nuestro modo de comprar.
Este es sólo uno de los temas que a través de la mudanza me ha dado que pensar y me ha permitido actuar, pero poco a poco os voy a presentar más.
¿Te apetece que te siga contando sobre temas cómo éste?
¡Gracias por estar!
Judit
Pd: recuerda que puedes encontrar otros artículos relacionados con nuestro consumo aquí.
PD2: queda un mes y una semana para el RETIRO RESPIRA y aún queda alguna plaza que puede ser tuya
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