El Zero de Waste está de moda, y así tiene que ser, pero a veces a las modas les falta visión global y crítica. Te hablé de este movimiento en varios posts, en uno te explicaba en qué consiste y su filosofía, en otro te contaba como lo he aplicado yo en mi cocina, y el último de qué modo lo he aplicado en el baño.
Tras estos artículos y aceptando que últimamente no estoy siendo tan ZeroWaster como me gustaría y que el nivel de residuo que estoy generando ha aumentado (sí, creo que debo ser sincera y humilde), quizás debido a una falta de tiempo o bien por comodidad. Pero con la intención de recuperar las buenas costumbres y seguir en el camino que empecé de crear el menor residuo posible, hoy te traigo algunos aspectos que más allá del Zero Waste creo que se deben tener en cuenta para hacer nuestras compras sin generar residuo evidente, pero también sin que nuestro impacto medioambiental sea demasiado elevado. Porque el problema de la contaminación no es sólo lo que nos parece evidente, no es sólo lo que vemos sino también los procesos invisibles pero presentes que también dañan nuestro mundo.
Así que te traigo una lista de aspectos que yo suelo tener en cuenta antes de comprar y que creo que son interesantes para reflexionar en el impacto de nuestras costumbres:
Procedencia y proximidad
La globalización y los avances tecnológicos han conseguido que ciertos alimentos frescos puedan consumirse en todas las partes del mundo, gracias a un transporte rápido y eficaz. Comemos aguacates (paltas) de Perú, café de Colombia, mandarinas de la China o jengibre de la India. La posibilidad de tener todos estos productos a nuestro alcance es maravillosa, increíble y nos ofrece muchísimas posibilidades gastronómicas y que invitan al placer al paladar, pero como todo, tienen una consecuencia medioambiental.
Los km de transporte que deben realizarse de forma más o menos rápida y manteniendo unas temperaturas relativamente bajas para su conservación suponen un coste medioambiental muy elevada. El volumen de contaminación que generamos es mayor que si usáramos productos de proximidad, de esos famosos llamados productos de km0. Si compras esos alimentos que se producen cerca vas a ahorrar toda una cadena de transporte y así reducir el nivel de contaminación de nuestro aire, el nivel de consumo de carburantes y promover una cultura de consumo más responsable.

No pretendo que dejes de consumir productos que te encantan, pero te animo a hacerlo con más conciencia. Yo siempre que puedo compro producto que sea lo más cercano posible pero no te negaré que sigo comprando, entre muchos otros, café colombiano porque es el que más me gusta, aguacates fuera de temporada que provienen de lugares lejanos, pero reduzco su consumo a uno por semana o cada dos semanas y chocolate negro que también es uno de mis pecados.
Productos de temporada
Si antes te he hablado de los productos que provienen de países lejanos ahora es la ronda de los productos de temporada. Es tan cómodo tener de todo en cualquier momento que nos alejamos de la naturaleza y nos pensamos que nos da lo que queremos siempre. Comemos tomates en enero, boniatos en agosto y fresas en febrero, como si fuera lo más natural y no es así.
Normalmente los alimentos que no son de temporada provienen de otros países en los que sí son de temporada, es decir dejan de ser de proximidad, o bien provienen de grandes empresas que tienen los recursos para generar espacios de cultivo con climas inducidos o productos con mutaciones genéticas para convertirse en resistentes a otras temperaturas.
En resumen, volver a la simplicidad de los orígenes me parece lo más obvio y lo más natural y respetuoso con el medio ambiente. Quizás no hace falta comer cualquier producto durante todo el año, quizás tengamos suficiente variedad en nuestro clima como para poder comer y saciar nuestras necesidades a lo largo de cada temporada. Si consumimos productos de temporada aseguramos una calidad en la tierra y en el producto, reducimos el impacto producido por el transporte, ya que nos permiten comer productos de cercanía, y además probablemente nos salga más económico porque al comprar producto de temporada hay un mayor excedente y bajan los precios. ¡Vamos a salir ganando!
Multinacionales o pequeños empresarios
Comprar en grandes empresas suele tener una ventaja a nivel económico y práctico, o eso es lo que nos han hecho creer, dicen que ahorras dinero y tiempo. Sí, es verdad que pueden jugar más con el precio porque tienen una mayor cantidad de producto, pero también es verdad que tienen una consecuencia devastadora en la economía social. Además, debo decir que me parece un poco mito el tema que es mucho más económico, de hecho, en mis últimas compras mensuales he gastado menos comprando en tiendas pequeñas que en el súper, especialmente gracias a aplicar algunas de las ideas que te proponía anteriormente, especialmente la de comprar producto de temporada.

Así que, en mi caso y en mi modo de ver el mundo, es interesante apostar por el pequeño empresario que lucha por tirar adelante un proyecto empresarial y que compite con gigantes inmensos que se lo ponen muy difícil. Para mí, este tipo de compra, es una forma práctica de mantener la economía repartida, de enriquecer a otras capas sociales y no sólo a los ya ricos y de promocionar el trabajo y el esfuerzo de los pequeños empresarios, que creo que son el sustento de nuestra economía (aquí podríamos abrir un nuevo post sobre economía, pero mejor lo dejamos para otro momento…).
Libre de químicos y contaminantes
Ya por último, pero no menos importante, apuesta por la compra de productos libres de químicos y contaminantes. Aunque sirve, no es suficiente con ir a comprar tus productos de limpieza a granel si estos están cargados de componentes perjudiciales para el medioambiente. Comprar productos vegetales con la etiqueta ECO o Bio puede parecerte una estupidez pero aseguramos que no se están utilizando un montón de pesticidas y productos químicos que afectan directamente a las tierras de conreo y que pasan a nuestras aguas y ríos y llegan a nuestros cuerpos y a lo que ingerimos (aunque creo que no debemos negar la posibilidad del uso de este tipo de productos ante casos de plagas y problemas graves).
Y sí, creo que el precio de muchos productos bio o eco es absolutamente abusivo y por eso muchas veces no los compro, no os engañaré, pero ojalá algún día el cuidado del planeta sea una prioridad global y se apliquen políticas que potencien estas prácticas y permitan reducir así su precio.
Para terminar, como a menudo, con este post me gustaría invitarte a la reflexión, repensar nuestras conductas y nuestra forma de relacionarnos con las distintas capas de la vida, des de lo más simple a lo más complejo, de lo global a lo individual, de las acciones comunitarias a los actos personales… porque al final cualquier acto que realizamos es un acto político (os suena la frase de “lo personal es político”).

Así que, también me apetece animarte a cultivar tu propio huerto ecológico como forma de juntar todos los puntos anteriores: máxima proximidad, producto de temporada, potenciando tu pequeña empresa personal y sin químicos ni productos que dañes al medioambiente. ¿Te animas? Puedes empezar por un jardín de aromáticas e ir sumando verduras y hortalizas.¡Como siempre, gracias por leerme y si tienes alguna aportación más a esta lista estaré encantada de recibirla!
Feliz día,
Judit.
PD: si te ha parecido interesante te invito a leer los tres artículos ya existentes en la web sobre Zero Waste (qué es, cocina y baño) y quizás también te interese leer “más autosuficiente, más libre” o “la alegría de la huerta“.
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