MOLDEÁNDOME

Todo cambio trae consigo la necesidad de adaptarse y de moldear la propia vida al nuevo medio. Así estoy yo, ubicándome y encontrando mi lugar.

Aquí el bullicio de coches, el sinfín de sirenas, la muchedumbre de gentes, no existe. Se sustituyen por la cantidad de árboles, el sinfín de senderos y caminos y la dispersidad de las personas. Prisas contra calma, ruido contra silencio, invisibilidad contra conocer.

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Y van apareciendo cambios en la forma de funcionar… Aquí la noche es noche, en todos sus sentidos. El silencio se apodera del lugar y desaparece la luminosidad, dejando lugar a una luz artificial insuficiente para que las calles cobren vida. A diferencia de la ciudad que siempre está despierta, aquí la noche descansa y duerme volviéndose, casi, intransitada. Para mi es duro pensar que a la que oscurece se termina el día porque estoy acostumbrada a vivir a contrareloj, con un tiempo prestado y sin tener en cuenta los horarios naturales que nos marca el sol y la luna pero supongo que debo aprender a estar más en casa, a gozar de los espacios comunes que voy creando y participar de mi vida tranquila cerca del fuego. Como también ir encontrando el placer en los pe
queños destellos de luz que esta realidad me ofrece, tiempo para dedicarme a mi, a hacer esas pequeñas cosas que me gustan, a aprender otras tantas que tengo muy pendientes.

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A su vez, el otoño es otoño, aún con el calor de estos últimos días, «l’estiuet de Sant Martí». Y tanto otoño a mi me deja sin palabras por ser mi estación favorita. Los primeros fríos que chocan en la cara con un sol que aún calienta y resplandece más bello y suave que antes. Los tonos ocres, anaranjados y rojos que trasportan la realidad a una acuarela, las setas, las castañas los frutos otoñales…. Y es que la posibilidad de perderme entre arboledas, prados, ríos antes era una tentadora posibilidad que se podía conseguir sólo el fin de semana… ¡que suerte la mía que se haya convertido en mi día a día!

Por otro lado en mi vida ha aparecido el fuego, mi queridísima chimenea! Y a decir verdad hemos tenido una lucha intensa y duradera hasta que he conseguido conocerla bien y me he podido hacer con sus movimientos, dudas y estrategias para ganar mi combate contra el frío. Y sí, esto de la chimenea hace sentirme cerca de mi pequeño universo, acurrucada y cobijada por el calor de sus llamas y es una sensación que… me ENCANTA!

Y es así como mi pequeño hogar va creándose y me permite empezar a pisar fuerte y segura sabiendo dónde y cómo estoy!

FELIZ FIN DE SEMANA!

Una respuesta a «MOLDEÁNDOME»

  1. […] con los orígenes, decir adiós a costumbres, dejar de ver tan a menudo a ciertas personas, cambiar hábitos…  Y también crear éste blog que nació para narrar la sucesión de vivencias, […]

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